miércoles, 2 de abril de 2014

Poema: A sueños (música: "partus" Stoa)

A sueños

A los diablos que coartan el descanso


I
Y la nube espesas del sueño
me amenazan detrás de las cortinas de la casa que alguien habita.

He querido gritar tantas veces, tantas…

II
Ese olor a vomito, acido, florar, lacrimógeno
me invita, me ahorca, pero se que es verdad y no me preocupa.

III
Un día que no fue, soñé que era lo que no fui.
Me encontraba dibujando lo que no dibujé
 y me obsesioné de lo que no se obsesiona
y desperté de lo que no fue un sueño

IV
Cómo convencerme que la mentira es tan cierta que lastima lo poco que queda.
Cómo saber que lo que veo es reflejo de un espejo viejo,
el de bronce.
Que no refleja lo que quiero,
no refleja nada.
Solo una botella perdida y olvidada
pero se que no es lo que es.
Porque la botella está vacía
porque la tomé o la tomó.
Pero sigue mostrando el vino espeso como la sangre
pero está seca como el olvido.
Y la quiero vomitar, y mis dedos como tenazas se agazapan,
Y el esófago sufre de mis fantasmas que también son los de él,
No los del esófago, sino los de él

V
Y la nube espesa del sueño
lo amenazaron detrás de las cortinas de mis sueños.
He querido gritar tantas veces, tantas…

VI
Un día me ahogue u desperté con olor a agua. 
Una vez me celaron en una torre de amarillo color y no me celaron,
porque ese cuerpo sin alma que no tiene me acechaba diciendo que es lo que no es.
Era tan bella como el otoño que peina las hojas ya perentorias, amarillas de asfixia,
mojadas por una lluvia tan fabulosa como la inexistencia.
Pero la ame, o él la amo
(el que se ahoga en la espesura del sueño y del vino y de los dos)
Y ella me miraba con esas hojas muertas en su cabello ahogado
y me sonreía con una sonrisa que no era de ella
Pero cómo saber ya, cómo saberlo

VII
Y volvía hacer lo que otros me hicieron.
Y el olor a vomito, acido, florar, lacrimógeno
no estaba.
Pero si lo escuchaba en el baño que me llamaba, como una sirena de bilis vieja.
Y cuando vi era el espejo de bronce que me reflejaba a mí.
A él,
y a la dama maldita de hojas muertas en el cabello ahogado.

VIII
Y la torre coronaba mi hogar, o el de él.
Lo que nunca supe por qué nunca más desperté del sueño
O si existió algo que se llamó así alguna vez



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