Mientras el sol seguía alumbrando
sin más, luego fueron los descendientes nativos, descendientes del África
lejana, ahora hijos de barcos que escapaban del hambre. Un bricolage cubrió las
tierras desde ese entonces, el motivo seguía siendo lo mismo, donar sus manos
hacendosas a arcas tan ajenas y ociosas como las de antes, como las de ayer. El
doce de octubre episodio de tantos, donde la sangre arrebatada de tantos es y
era. Diferentes nombres, diferentes pueblos, las manos opresoras las mismas,
las mismas clases.
El sol que tantas
veces alumbró mi vitalidad
y la creación que me
precedió
baña en las costas de
mi vida, sicarios que flotan
Aquellos que volcarán
la sangre, mi sangre
la sangre.
El sol no sabrá que
decirme, ni lo hará
Oh, padre, no has
dicho
La espada y la cruz
nombres tan
arbitrarios como los castigos
palabras tan
arbitrarias como “encomienda”,
nos han esclavizado,
con esa y otras palabras que no comprendo
nos han maniatado las
manos que sangran, cuanta sangre
Oh padre sol no sabes
que decirme, no lo harás, ¿verdad?
Oh padre, no lo has
dicho, no…lo...has…
En barcos que han
absorbido, corona y capellán
Luego, después,
cuando
Han llenado mis bocas
de latigos
Y miró el sol que
castiga mi espalda, mis manos rojas, descarnadas
Mis labios cocidos,
mi pene lacerado
Miro el sol que me
alumbra
Siempre tan inerte,
pero testigo
de mis desgracias.
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