Siempre me pregunté si hay cosas que no se
escriben, si hay una especie de límite para decir las cosas, una frontera entre
el mensaje y lo innombrable. Pero si desde el arte, sea cual sea, uno no dice
lo que muchos callan, solo sería la nada misma, no serviría para nada. Así llegó
este poema, confieso que en un primer momento no iba a publicarlo, pero creo
que es necesario. Los versos tratan sobre el abuso sexual infantil. Y eso me
llevó a unas reflexiones. Sólo en un sistema tan enfermo, tan atroz, tan pútrido,
un niño puedo ser destruido de esa manera. Y si bien el mismo es sobre los
abusos sexuales a niños y niñas, no olvidemos que muchos niños en este mundo,
solo lo son por una simple coincidencia cronológica. Porque luego no disfrutan
de nada de lo que el mandato social dicta. Y acorde a esta fecha, mucho de los
juguetes que muchos sonrientes niños tienen en sus manos por ofrenda de un mítico
Papá Noel, fueron construidos por niños que nunca podrán disfrutar lo que sus
manos atrofiadas han hecho. Además, cuantas niñas, mientras se brindaba y se
comía turrón con maní en los luminosos hogares, estaban prostituyendo su
cuerpo. Y cuantas cosas más. Si eso no es síntoma de un mundo y sistema
enfermo, no se lo que es. Y la podredumbre es tan grande, que ya no alcanza ni
nunca alcanzó con aspirinas y curas vanas. Esto solo se terminará con amputación,
con algo nuevo, donde la humanidad no sea esclava de una fracción de la
humanidad, y los niños de otros hombres y mujeres.
El poema se llama “Réquiem a la inocencia”, el
tema que lo acompaña se llama “Untouchable, part 2” de la banda inglesa Anathema.
Réquiem a la Inocencia
I
Aullidos endulzados
que en pared suenan.
El niño no quiere abrir,
el señor se lo quiere comer.
Y en colmilludas palabras
le dice, le susurra,
con saliva, baba, espuria
que celebrarán el día de su muerte.
Celebraran y cortaran una torta.
No pastel, torta
y festejaran en cantares cantos
II
De vuelta el voraz intento,
y una mano estirada.
Una grúa en carne viva
le ofrece un caramelo
y la blanca espuma de su boca
le salpica la cara, al niño
III
Ahora es una bragueta abierta,
la que llama.
Ya no se llama al lobo
porque el lobo está.
Está aullando en pared,
está con su garra estirada,
está
IV
Se niega a abrir al lobo, el niño,
y el lobo está.
Y la sangre espesa como mermelada vieja
salpica el piso,
y la espuma se hizo rosa,
y el falo peludo del lobo que no era caramelo
serpentea en el suelo
V
Y festejan el día de su muerte.
Y el niño llora porque no le dejan elegir el
color de sus alas,
que las quiere negra
mientras no se escuchan los cantares ásperos,
ni al lobo,
porque el lobo no está
VI
Vestido con las alas que no eligió,
juega a la pelota con su cabeza.
Se marea pero no le importa,
porque le parece divertido, al niño.
El falo canino sigue serpenteando en el suelo,
y sin pensarlo, lo pisa, el niño.
Eso también lo divirtió.
Sigue jugando con su cabeza,
ya no le importa el color de sus alas,
Ya no le importa, al niño
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