Automatismo II: Autismos
El Infierno solo tiene una puerta
tan vieja y tan alta
y solo ve una mirada
La suya,
no suya, sino tuya.
Y el negro remolino de la inmensidad.
El vacío ese que no importa,
y esa amorronada y negra mirada que descarna las pieles
de los cuerpos
su cuerpo.
Y el Infierno tiene una puerta
que siguió siendo vieja y alta.
En ella, él
Fundiendo portales acrayonados
Y no lo escuchan
nunca escuchan
Un día le dijo “te amo”,
y el túnel se hizo más ancho y largo
Hasta perderse en las manos negras de hollín.
Quizás la dislexia sea una bendición,
y el infierno de la puerta…
Un idioma que lo vomita de los labios
y se suicidadan en caída libre hasta los oídos
inescuchables.
O quien sabe que código morse de cual multiverso
y él como cual trasmisor
Comunicando mensajes de ayuda,
sobre gusanos entunelados
sobre vida de otros planetas.
Y lo invitaron a su nacimiento,
quise negarme
como debe ser
con un “no”.
Pero la educación y esa moral molesta…
y fue.
Y el cordón umbilical se fue saqueado
Y su amniótico liquido secado y bebido por extraños
Y lo golpearon hasta llorar
Pero no lloró.
Solo se despidió de su vida en silencio,
con respeto.
Y en las puertas del infierno pintó su nombre
con esos crayones,
y extrañando la tibieza del líquido
y la umbilical pérdida
salió viviendo.
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