Anatema
Las llamas han alumbrado
mi pecho
El fuego a borrado el nombre
la voz del hambre
que me ha acariciado
día tras día
del amanecer de mi vida
al anochecer de mis días
Me he encarnado en brujas.
He florecido en las tierras de Salem.
He marchitado en hogueras infames.
Mis madres me han entregado en el sabbat de la
verdad,
en el aquelarre de la duda,
en la desconfianza
Llamas falsas, hogueras
sólo quieren encandilar la obesidad
mórbida
vestida en ropajes majestuosos
De abad.
Quieren ocultar en sombras
oscuras
los muros enjoyados.
Mientras hambrientos
perecen, ennegrecidos en pestes de inanición,
en las tierras de quema y rosa, ajena
Tengo el ADN de Benandantis, de palabras
prohibidas
Que hoy y ayer
niegan la potestad
De nuestra carne y nuestra sangre
ya ajenos ante nuestras manos
Soy y seré crucificado
por la verdad
por la duda.
No hay llama que apague tanto odio
No hay clavo que sostenga mi cuerpo
cansado
hastiado
Mis manos que construyeron infinitas catedrales
que no llenan
el hambre
aunque si el miedo.
A la noche, en la oscuridad, mis manos
marchitas
Solo lo que tengo
tan poco
tan mucho
Soy excomunión
Y vida
Razón
Revolución
Las llamas han alumbrado la noche,
han alumbrado mi pecho.
Mis rezos que no alimentan hambres.
Mis manos creadoras de cruces
y se queman
Las únicas que existen
lo único que existe
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