A veces las casualidades sorprenden y hasta nos
queda una pequeña marca, como un raspón de algún alambre, que terminan formando
historias que recordaremos.
Y hoy fue uno de esos días, gratos por cierto.
A la tarde, una de esas tardes anaranjadas,
donde el invierno convirtió en anocheceres siendo tan sólo las
cuatro de la
tarde. Escuchando un tema que referenciaba sobre
Pero yo estaba ahí, la sala de lectura todavía
estaba teñida del naranja anochecedor del no anochecer, y el libro trataba, en última
instancia, de literatura e historia, y de chusmerio, y aunque lo neguemos, el
chusmerio es como la caja que abrió Pandora…
Así que me lo puse leer, pase sin darme cuenta
unas treinta páginas, y si bien no me disgustó y cumplió el cometido por el
cual lo elegí, no sería un libro que leería. Pero cuando me estaba convenciendo,
que era un libro mediocre, con un escritor igual que el libro, aparece un
capitulo que se llama “Conrado Nalé Roxlo y un amor imposible”. Sin saber quien
era el susodicho, me dispuse a leer, y ahí encuentro de una persona que al
estar dispuesto, convencido de suicidarse en el lago de Palermo, no lo pudo
hacer por la baja profundidad que tenía ese lago rodeado de bosque. Y la causa de quitarse la vida del joven poeta, no
era otra que la esperada, el mal de amor.
Ya ni siquiera recuerdo del todo la historia,
pero me quedó grabado una cita que realiza el periodista escritor del capitulo,
y es un poema que redacto, como una despedida sorda, a la joven a la que no le
pudo corresponder su amor. El poema era muy bello, que coronándolo con el fin que
quería dar a su vida, daba forma a un desenlace de lo más trágico que se
hubiese conocido. El poema decía así:
Perdón por su tu clámide
impoluta
salpicara mi sangre de
suicida.
Mas ¡ay¡ Señor,
equivoqué la ruta.
Y ya no hay vida para
mi en la vida.
Perdóname, Señor, mas
soy la fruta
Que antes de madurar ya
está podrida.
La historia culmina, que los 70 cm . que tenía el lago lo desistió
de quitarse la vida, y nunca más lo hizo, pero quedó ese poema, joven y
profundo, que hizo que me acordara de un libro que en otras situaciones lo hubiese
olvidado como tantos otros.
Y para recordar, al que yo apenas escuché
nombrar en ese libro, les dejo un bello poema de él, titulado “La Sirena ”.
La sirena
Va la sirena muerta por el río
con una flecha al corazón clavada
y desde la ribera desolada
mis lágrimas la siguen por el río.
Mía no fue, pero fue un sueño mío.
¿Quién la devuelve al mar, asesinada?
¿Por qué pasa ante mí, muerta y dorada?
¿Dónde perdió su corazón y el mío?
¿En qué arrecife de coral distante
irá a encallar su frágil hermosura?
Con ella encallará mi sueño amante.
Y del dardo mortal la pluma obscura
anunciará en la tarde al navegante
que allí tiene la mar más amargura.
Les dejo para acompañar un tema de una de las
bandas que más me gusta en la actualidad: los franceses “Soror Dolorosa” con “Low
End”.
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