El deseo del Fenix
antes del no morir
Mis alas enfogonadas alas
ya marchitas.
Ya dos telas de arañas de coque flácido
inservible.
Mis huesos son solo recuerdos de sueños.
En las montañas que nunca nombre
florecí infinitas veces, incontables,
repudiables veces.
Veces que me he preguntado la razón de todo
ello.
El suplicio de todo ello.
He preguntado a la montaña sin nombre.
al viento que acaricia monstruosamente a los
dos,
la razón del dolor que me consume y será más intenso
y será en vano
y será…
De nuevo mis ciegos ojos con babosas lagañas
me mostraran la misma montaña.
Soy infinito, y maldigo por ello.
He olvidado los quinientos años repetibles que
he sufrido
No así los cíclicos dolores que me acompañaran
en esa infame resurrección.
Desearía morir,
perecer en la montaña.
Tantas bestias de ésta,
de esta y otras,
de ellas y otras no montañas
envidian mi enllamada suerte,
mi infinitud inmortal.
Inocentes, ilusos.
Si supieran la tristeza ciega
de ser solo nada, ser todo y nada
ser como la montaña y las montañas.
Aunque yo ya era cuando ellas nacieron.
Quizás sea ese capricho del deseo de lo negado.
De agrado accedería
a su mortalidad por mi infinidad despreciable.
Aunque con ello me pierda en cenizas sobre la
montaña.
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